miércoles, 24 de septiembre de 2008

Patita de Ratón

¿Qué haces cuando tu hija te dice que quiere que le cuentes un cuento sobre una "patita de ratón"? Son las 16:45, llevas ya 5 horas de viaje y te estás quedando dormida en el asiento del copiloto... así que improvisas como puedes :-)



Érase una vez una patita, pequeña y gris, a quien el resto de patitos, todos amarillos y blancos, consideraban más bien fea.

La patita era huérfana y vivía con un ratón anciano y muy sabio, quien la había acogido al perder a su mamá. Por eso todo el mundo la conocía por el nombre de Patita de Ratón.

Patita de Ratón era muy lista. Pronto se dió cuenta de que los otros patos no querían jugar con ella porque el color de sus plumas era diferente. Aunque se puso algo triste, se dijo: "igual que hay muchos patos blancos o amarillos, tiene que haber muchos patos grises como yo, así que los buscaré".

Todos los días, después de ir al colegio, daba largos paseos por el bosque, e iba preguntando a todos los animales con los que se encontraba si habían visto alguna vez un pato gris.

- Buenas tardes, señora perdiz. ¿Ha visto Ud. por casualidad alguna vez un pato gris?
- Lo siento, jovencita, pero me temo que no. Solo he visto patos blancos y sus polluelos, que suelen ser amarillos.
- Muchas gracias, no se preocupe.

- Buenas tardes, señor zorro. Por casualidad, ¿no sabrá Ud. de ningún pato gris en este bosque?
- Creo que nunca me he cruzado con ninguno, pequeña.
- Está bien, seguiré buscando, ¡gracias!

Pasaron muchos días, pero Patita de Ratón no cesó en su empeño. Un buen día de primavera que hacía mucho sol, el profesor Etelvino les dejó salir pronto para que disfrutaran de las flores y del calor. Patita de Ratón aprovechó para dar un paseo más largo de lo normal, y llegó hasta un claro del bosque por el que serpenteaba un arroyuelo. Bebiendo agua en la orilla había una preciosa tortuga con un lazo verde en la cabeza.

Patita de Ratón se acercó a ella y le preguntó, como acostumbraba:

- Señora tortuga, discúlpeme por interrumpirla. ¿Ha visto Ud. o conoce algún pato gris, como yo?
- ¡Hola! ¿Un pato gris? Desde luego que conozco uno, vive al lado de mi casa.
- ¡Oh! ¡Qué gran noticia! ¿Podría indicarme Ud. cómo llegar hasta allí?
- Tengo que llevar a casa estas hojas para la cena, así que te llevaré hasta allí, si te parece bien.

Patita de Ratón estuvo de acuerdo, y acompañó a la tortuga hasta su casa. Por el camino se presentaron y comentaron la razón por la que Patita de Ratón estaba buscando patos grises. Al llegar, la tortuga llamó a la puerta de la casa del pato gris, pero nadie abrió la puerta.

- Parece que no hay nadie en casa. Por la hora que es, no creo que tarde mucho en volver de donde quiera que esté. ¿Querrías pasar a mi casa y tomar un refresco?

Patita de Ratón, ilusionada con el encuentro, aceptó la invitación de la tortuga, y juntas tomaron un refrescante té. Después de un rato, oyeron cómo la puerta se abría de golpe y una voz que decía:

- ¡Hola tortuga! Qué cansado vengo hoy, chica, me podrías invitar a cenar...

El patito gris se quedó con la palabra en la boca en cuanto entró en la sala y vió que la tortuga tenía compañía. ¡Y qué compañía! ¡Una patita gris! La patita más linda que hubiera visto nunca en tooooodo el bosque.

Mientras, a Patita de Ratón le daba un vuelco el corazón. El pato que tenía delante era gris, sí, pero estaba sucio y desaliñado, manchado de barro y hierbas.

El pato se disculpó y murmurando "tengo que irme" salió como una exalación. Patita de Ratón no sabía que hacer, si quedarse por cortesía o irse corriendo a su casa a llorar.

La señora tortuga intentó disculpar la mala educación de su vecino, contándole a Patita de Ratón que el pato trabajaba en el río, ayudando a un castor a hacer su casa con trozos de madera, lodo y paja. Insistió en que Patita de Ratón tomase otra taza de té, y sacó unas pastas.

Después de un rato, volvieron a oir cómo la puerta se abría y cerraba, esta vez sin portazos. El pato que apareció en el quicio de la puerta parecía otro: limpio, oliendo a jabón, con todas las plumas tan bien peinadas que relucían, una gran sonrisa en el pico y una preciosa margarita en la mano. Se acercó a Patita de Ratón y le ofreció la flor.

Las posibles dudas que hubiera podido tener Patita de Ratón desaparecieron en un instante. Se levantó de la silla y se presentó.

- Buenas tardes, me llamo Patita de Ratón. ¿Cómo te llamas tú?
- Todo el mundo me llama Pato Gris. ¿Cómo es que estás aquí? Nunca había visto a otro pato del mismo color que yo en el bosque.
- Eso mismo me ha pasado a mi. Pero he estado buscando y buscando, y al fin te he encontrado, gracias a la señora tortuga.
- ¡Cómo me alegro! Mmmm... Y ahora que nos hemos encontrado, ¿querrás que nos veamos otra vez?
- ¡Desde luego!, respondió Patita de Ratón.

Los tres amigos merendaron juntos esa tarde, y muchas tardes después de esa. Cuando Patita de Ratón salía del colegio, si no tenía tareas que hacer, Pato Gris la iba a buscar y daban largos paseos, jugaban en el parque, cantaban canciones sentados en la valla del jardín y se hicieron muy, pero que muy amigos.

Y colorín-colorado, este cuento se ha acabado.

4 comentarios:

  1. Muy bueno tu cuento, te lo inventastes contandoselo a Irene? Si es el caso, tu no tienes precio!!!

    Enhorabuena por el blog, muy educativo.

    Me quedo con el personaje de la Tortuga

    Tu primo

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  2. "Pozí", fue totalmente improvisado, sobre la marcha. La peor parte fue que a mitad del cuento casi me quedo dormida... menos mal que el conductor se acordaba de lo último que había dicho :-)

    ¡Besotes, primo!

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  3. Ah, por cierto, ¿me dejas ponerle a la Tortuga tu nombre? Se podría llamar Micaela... :-)

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  4. No tengo palabras... eso se llama ser productiva bajo presión JAJAJAJAJAJA
    Un beso nena

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