martes, 28 de octubre de 2008

Chulicero y Lametón

Este segundo cuento siguió al anterior, después del baño y mientras la secaba y vestía. Hoy la chica estaba sembrada.

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Esta es la historia de un gato y un caracol.

Un gato tan grande que hasta los perros salían huyendo cuando le veían, con esas garras tan enormes.

Y un caracol de carreras, osado y veloz, ¡el más rápido del mundo entero!

Al gato se le conocían por Chulicero, un nombre larguísimo y feo para un gato tremendo.

El caracol no tenía nombre, pero sus seguidores en las carreras le llamaban Lametón, por el rastro baboso que dejaba en la tierra a su vertiginoso paso.

Como os podréis suponer, Chulicero estaba triste. Todo el mundo se asustaba al verle, incluso los que le conocían, y eso que era un gato con buen corazón. Al principio se enfadaba mucho, pero eso acrecentaba su fama, así que según pasó el tiempo Chulicero caminaba más encorvado, con los hombros hundidos y la mirada gacha, y con el ánimo en los pies.

Un día que paseaba por un camino tranquilo que bordeaba un río, se cruzó con un caracol. El caracol iba despacio, despacio, como todos los caracoles. Tenía la concha de vivos colores, y eso fue lo que atrajo su atención. Levantó la pata e intentó rozarlo suavemente (sin garras, desde luego) pero de repente el caracol hizo un quiebro y se apartó de su mano. De hecho, el caracol se le encaró y con cara de pocos amigos le espetó: "¿Qué te piensas que estás haciendo?"

Chulicero se quedó de piedra. ¡Un caracol que corría y que encima le plantaba cara! ¡Algo jamás visto!

"¿Pero es que no sabes con quién estás tratando?". continuó el caracol. "Soy el caracol más rápido del mundo, ¡ni te atrevas a tocarme con tus sucias pezuñas!". Chulicero no pudo evitarlo, después de la sorpresa inicial le sentó fatal que el caracol se enfadara con él, y se le escapó una lágrima que le resbaló hasta el hocico.

Lametón, el caracol, al ver a un gato tan grandote llorando, se ablandó al instante: "Hombre, no es para tanto, entiendo que tus patas están sucias porque las usas para andar por este camino". En el fondo, Lametón era un buen tipo, aunque tuviese malas pulgas. Y no soportaba que nadie llorase.

A Chulicero cada vez le caían más lagrimones. Así que Lametón, ni corto ni perezoso, se subió por su pata. A Chulicero le hacía cosquillas, pero como estaba tan triste, ni siquiera le hizo gracia. Lametón siguió subiendo por la tripa, llegó hasta el cuello, subió hasta la oreja y le dio un sonoro beso en la cabeza.

Esto sí que consiguió que Chulicereo dejara de llorar, por lo sorprendente de que un caracol hubiera conseguido subir tan rápido hasta sus orejas, y porque le hubiera dado ¡un beso! Con mucho cuidado, Chulicero cogió a Lametón en una de sus patas y se lo puso delante para poder verlo bien.

- Siento haberte asustado al intentar darte con la pata- dijo Chulicero - no pretendía hacerte daño.
- Y yo siento haber sido tan grosero, y haberte hecho llorar.
- No ha sido culpa tuya,- respondió Chulicero - simplemente has sido la gota que colmó el vaso. Estoy triste, nadie quiere estar conmigo, a todos les asusto, y me siento muy solo.
- Pues eso tiene fácil arreglo. A mi no me asustas, y se me ocurre algo que podríamos hacer juntos. ¿Qué te parece si echamos una carrera?

Chulicero pensó que sería pan comido, y aceptó el reto. Pero ¿que creéis que pasó? Que Lametón le ganó, por poco, es verdad, pero ganó. A Chulicero le hizo mucha gracia, y le pidió la rebancha. Y esta vez ganó Chulicero, pero porque se esforzó muchísimo y llegó casi sin aliento.

Entre risas y jadeos, Chulicero y Lametón se sentaron junto a un arbol a descansar. Y desde ese día son amigos, y Chulicero ya no está triste. Porque sabe que igual que ha encontrado a este amigo encontrará a muchos.

Y Lametón también está contento. Aunque un poco frustrado. Sigue siendo el caracol más rápido del mundo... ¡pero ahora tiene que correr más rápido que Chulicero!

Y colorín colorado!

4 comentarios:

  1. Qué bueno... sí, me he sentido como Chulicero ... pero he encontrado algún que otro Lametón JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.

    Besosmil

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  2. JAJAJAJA, por lo rápido??? :-D Besotes!

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  3. Me imagino a cierta personilla escuchando el cuento... y supongo que le habrá gustado tanto como a mí.
    Besos.
    PD.
    Entre las babillas de Lametón se te escurrió una "rebancha" (DRAE, rebancha: Rebanada de pan de maíz, hogaza, de casa Argibay, O Porriño).

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  4. Ay madre!!! Bueno, las rebanchas no tienen mala pinta, así que qué se le va a hacer :-) Y si además es de casa Argibay, ¡¡¡imposible ponerle pegas!!

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