sábado, 23 de febrero de 2008

Es tiempo de elecciones

Soy una más de ese colectivo de españoles que siempre van con la cantinela de que la politica no nos interesa.

En mi caso, sé que no es del todo cierto. La política es parte de cada momento de mi vida consciente (y quizá también de la inconsciente), ya que he elegido delegar en un grupo de personas el gobierno de mi día a dia. Delego en ellas para no tener que preocuparme a cada momento de si lo que estoy haciendo le vendrá bien o mal a esta España a la que quiero. Delego en ellas para que dirijan la máquina y la lleven a buen puerto.

Y ahí está el problema. No consigo ver ese puerto para saber si es bueno o malo, no soy capaz de vislumbrarlo entre tanta bruma descalificadora. Ninguno de estos señores en los que en un momento u otro he elegido delegar consigue hacerme ver dónde quiéren ir.

Ahora que estamos inmersos en la campaña electoral, la bruma se ha convertido en sopa de guisantes, como dicen los anglos. Niebla espesa y amarillenta. Y, esto es cosecha mía, con un tufillo característico. Llega un momento en que ya no sabes quién es quién, quién ha dicho qué y si se trata o no de dos partidos distintos. Se insultan unos a otros, se tachan de inútiles, ignorantes, mentirosos, corruptos... Da igual quién esté en el poder y quién esté en la oposición, la situación se repite prácticamente a diario.

Si estuviera en mis manos, despediría a todos los que en estas épocas salen en los medios de comunicación por ser inútiles, ignorantes, mentirosos y corruptos. Sobre todo inútiles, puesto que no son capaces de conseguir votos sin utilizar la mezquina técnica de la descalificación. No son capaces de contar qué van a hacer y por qué es diferente de lo que van a hacer los otros, y por qué lo que hacen los otros puede ser peor a larzo plazo.

Estoy cansada de discursos vociferados que si tuviera por escrito y leyera me arrancarían lágrimas (de risa, de tristeza, o de ambos). Ya está bien de debates vacíos en los que solo se ve a los dos oponentes ponerse a parir, sin proponer alternativas ni soluciones.

He decidido cambiar la cantinela: lo que no me interesa son los políticos. ¿De verdad merecemos tan poco los ciudadanos que el día 9 de marzo iremos a votar? Espero con ciertas (pocas) ganas de ver el debate ZP vs Rajoy. Aunque me temo que a mitad del programa me entrarán ganas de darme a la anarquía.

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