
Hace ayer dos años Irene era una cosa ínfima y pelona, que todavía no se tenía sentada, con una madre llena de ojeras de tantas noches en vela. Ahora, miradla, ¡hecha una señorita! Gustos algo exagerados en materia de coletas, admito mi parte de culpa, pero... es que las gomas eran nuevas. No pongo fotos de su madre y, no, tampoco de su padre, porque sería humillante.
El año pasado, para La Paloma, le compré en el "todo a 100" un vestido de chulapa, supuestamente para edades entre 1 y 2 años. Todo un fiasco, cabían dos niñas como Irene (y eso que la cría no es pequeña). (NOTA: nunca más hacer algo así. El 90% de las niñas que vimos ayer llevaban el MISMO vestido. Qué falta de personalidad. Para La Paloma le cambiaré, al menos, los lazos.)
Ponerle el vestido costó dos intentonas . A la primera montó un bonito follón, a pesar de que el día anterior cuando veía a las niñas vestidas por la calle decía "¡qué buapas!". Cuando se pasaron los lloros, pataleos y acaloramientos, le pregunté que si quería ponerse el vestido y accedió de buena gana. Al resultado yo lo denominaría "fusión".

Ultimamente se le ha dado por poner "cara de foto" que más bien parece "cara de conejillo" y tiene una pinta de bicho...
Creo que mi hija tiene más de "fashion victim" que de "chulapona", enseguida pidió que le quitásemos el vestido, que le pusiéramos ropa normal para ir a la calle, y volvimos a tener un altercado cuando le dije que no podía salir de casa con seis coletas.
Al final la mesa de negociación consiguió que las partes llegaran a un acuerdo satisfactorio: solo "doz".