martes, 13 de mayo de 2008

Érase una vez

Hoy es un día especial.

Una de mis amigas del foro de la Tambre, una auténtica luchadora, ha conseguido al fin su beta positiva. Lleva 9 años intentándolo, sí, 9, y no lo tenían fácil (ella es diabética, tiene problemas de hiperestimulación ovárica, su maridín tiene "los chicos" vagos y deformes). Pero "el que la sigue la consigue".

Ella nos daba ánimos cuando nos veníamos abajo después de un nuevo negativo. Siempre sonriente, siempre llena de energía, nos ayudaba a ver el lado positivo en medio de la negrura de la pérdida, a mantener la esperanza.

Espero que ahora le toque a ella, que pueda sentir al fin la alegría de saberse madre, de llevar una vida dentro durante unos meses (¡y fuera durante el resto de su vida!), de ver esa luz cuando cierras los ojos y enfocas tu cariño en esa cosa pequeña, revoltosa, e inquieta que está dentro de tu tripa. L, que tengas mucha suerte.

La "foto" es de Irene, en la ecografía de la semana 17. Una mancha gris y blanca para los que nunca habéis visto una cosa de estas, una espina dorsal preciosa para mi :-) Hace casi tres años de ese momento. 17 semanas y un par de años antes empezó nuestro cuento particular.

Érase una vez una pareja que se quería, y que quería tener hijos. No, no por mantener el apellido, perpetuar la especie, o por querer tener alguien que les cuidara en su vejez. Sí, querían algo realmente suyo. Querían compartir con ese algo, en realidad con ese alguien, su amor, su ilusión, sus risas, sus miedos, su vida.

Como toda pareja que se quiere, decidieron hacerlo de la manera "divertida". Lo intentaron bastante. Bastante, bastante. Pero no funcionó. Le fueron quitando diversión, poco a poco, para mejorar las probabilidades. No funcionó. Probaron posturas un poco raras (no penséis demasiado mal). Tampoco. Utilizaron métodos varios que decían indicar con poco margen de error "el mejor momento para". Rien de rien, nothing, nada.

En un alarde de análisis de la situación, después de no se sabe cuántas lunas temiendo ese día del mes, cansados ya de lágrimas en el cuarto de baño, lágrimas en la cena, lágrimas en la cama, se dieron cuenta de que si el método no funcionaba era porque quizá no era el adecuado. Quizá hubiera algún problema. No estaba de más consultar con los médicos.

Así que decidieron ir a ver a los expertos en estos temas (cuyos nombres, consultas y métodos dan escalofríos a más de uno y a más de una). Y con esa decisión, y una clavícula rota, empezaron a recorrer un largo camino. Pero esas serán historias para contar en otro momento, que hoy es ya muy tarde.

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