Entre muchas de las cosas que trae consigo la maternidad, está la de tener inventiva. No solo para salir del paso en situaciones difíciles, que también, sino para satisfacer la insaciable curiosidad de los pequeñuelos. Y su inagotable capacidad de absorber información. Y de ocupar tu tiempo.
No me voy a explayar mucho. En mi caso, ya ha llegado el momento de los cuentos antes de irse a dormir. Hace unos meses, Irene quería le leyera algún cuento de algún libro. Pero ahora no. Ahora pide cuentos. A veces de los que ya le he leído alguna decena de veces. Pero otras veces, pide cuentos especiales, para los que ella elige el protagonista.
Así que este es el primero de una serie de posts en los que contaré las historias que me invento sobre la marcha a eso de las nueve y media de la noche, día sí día no. Algunos no tienen ni por donde cogerlos. Pero otros le gustan, y te los pide al día siguiente, o cuando vamos en el coche, o cuando estamos en el baño.
En fin, si os gustan me alegraré. Ah, y si alguien que sepa dibujar se ofrece a ilustrar alguno, podemos hacer un librito que guardar para la posteridad :-)
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