miércoles, 18 de junio de 2008

El amigo viento

Irene tiene una manía, pequeñita, como ella. No le gusta que la despeinen. No le importa despeinarse ella, pero que le toquen el pelo y se lo muevan le pone (bastante) frenética.

No parece demasiado impactante, ¿verdad? Con una excepción. El día que hace viento. Sale de la guardería, contenta y feliz, coge su merienda, empieza a comer, llegamos a la esquina y... quejas (si hay una leve brisa) o alaridos e incluso alaridos sin fín (variables en intensidad y duración en armonía con la intensidad y duración de las rachas de viento).

Yo, enamorada del viento, no entendía cuál era el problema que tenía mi hija. Qué mayor placer que sentir el abrazo de un viento racheado, o la caricia de una brisa marina mientras te revuelve el flequillo... Jamás se me hubiera ocurrido la posibilidad de que el viento pudiera ser desagradable (excluídos vendavales de fuerza 5, tornados, tormentas tropicales y huracanes).

Mi reacción a sus gritos desmedidos era decirle que no hiciera el tonto, que solo era viento. Nah, no funcionó, como os podréis imaginar. Así que tuve que probar soluciones más imaginativas.

Un día soleado y con agradable brisa, ante sus lamentos y quejidos, le dije que el viento no hacía daño, que solo hacía caricias. De primeras no le convenció. Empecé a decirle que el viento acariciaba a los árboles, y les gustaba mucho (le enseñé cómo se movían las hojas de los que teníamos al lado, meciéndose con pereza - es que era la hora de la siesta). También acariciaba las plumas de las palomas (¡mira! ¡mira!), de los gorriones, y les ayudaba a volar (¡mira mami! ¡pajarito "voando"!).

Se acabaron los alaridos y, de vez en cuando, le decía al viento "suaaaaave, suaaaaave" mientras yo me sonreía por dentro y por fuera. Pensé que tenía ganada la batalla.

No hemos tenido muchos días soleados y ventosos esta primavera (cuando llueve, los paseos se quedan al mínimo y los paraguas paran también al viento), hasta este fin de semana. El sábado, para más datos. Era por la tarde, hacía una temperatura agradable, ¡qué mejor momento para ir al parque! Visto a la enana, le pongo unas coletas, y a pasear. De camino, Irene se empieza a quejar y tuvimos un curioso diálogo que transcribo de la manera más literal posible. En mi descargo, hay que tener en cuenta que la gramática de un bebé de dos años y poco deja algo que desear (a veces).

- ¡No llevas coletas!
- Irene, cielo, sí llevas coletas.
- ¡No llevas coletas! - (ante este tipo de repeticiones de la misma frase, la experiencia me dice que lo que ocurre es que no la he entendido bien. Así que intento una nueva aproximación al problema)
- No, mami no lleva coletas, pero Irene sí.
- ¡NO LLEVAS COLETAS! - (la cosa se pone fea... así que como sigo sin entender qué le pasa, pruebo la pregunta directa)
- ¡Pero bueno, Irene! ¿Qué te pasa?
- Viento no llevas coletas - (jolines, qué difícil que va a ser esto, vamos a ver si acierto)
- Claro, el viento no tiene pelo, no lleva coletas
- ¡VIENTO, NO LLEVAS COLETAS! - (pero ¡¿qué concho quiere decir la cría?!)

(Y entonces caí en la cuenta. ¡Estaba pidiéndole al viento que no se llevara SUS coletas! Las madres muchas veces nos quedamos en blanco, sin saber qué hacer. Y, de repente, llega una inspiración en la que no confiamos mucho, pero ¿por qué no probarla?)

- ¿Cómo se te va a llevar las coletas el viento? ¡Pero si es tu amiguito! (lógica aplastante, ¿verdad?)

Bien, pues en este caso dio resultado. Desde el sábado los días han sido ventosos, y cada vez que Irene sale a la calle y le da el aire, le dice "hola" a su amigo el viento y le saluda con la mano.

Cuando crezca, con suerte, se convertirá también en una enamorada del viento. Y quizá le devuelva con una sonrisa ese beso que con dulzura le ha dejado en la frente.

viernes, 13 de junio de 2008

"Las" galletas de chocolate

Si alguien me hubiera preguntado hace unos meses, hace unos años, si me gustaba el chocolate, hubiera dicho que sí, que me gustaba, pero a ser posible con leche y de vez en cuando. De hecho, el chocolate "amargo" siempre me ha parecido poco apetecible, terroso, no sé, no era lo mío.

Bueno, como dice un anuncio "change happenz". A veces es un cambio "a infinitesimales", de manera que prácticamente uno no se da cuenta de que está cambiando. Y otras veces, el cambio es cuántico, un evento te marca y de repente ya no eres el mismo.

Pues bien, mi "cuanto" ocurrió cuando hice las galletas de chocolate que vi en la página de Deb, Smitten Kitchen.


La foto no hace justicia al sabor que tienen estas condenadas. Tenéis la receta aquí. El único cambio que hice fue utilizar chocolate 72% de cacao, cortado en trozos pequeños. Unos días después, para el cumpleaños de una amiga, hice otra versión con chocolate de cobertura con 50% de cacao y las galletas quedaron más melosas pero menos sabrosas. Así que recomiendo el cacao lo más puro posible (eso sí, con azúcar, total, con la de calorías que debe tener cada una de estas pequeñas maravillas la diferencia no será mucha). Son fáciles de hacer, como hay que dejar la masa refrirerándose un rato se pueden hacer una noche (en media hora están listas, contando con el tiempo de cortar el chocolate y batir la mantequilla) y cocinarlas al día siguiente (en media hora más el tiempo de precalentar el horno, de dos a tres docenas de exquisitas bombas chocolateadas - y eso que las llaman "galletas de la paz").

jueves, 5 de junio de 2008

Mensaje del Universo - 05/06/08



Inquiring minds want to know:

- Have you ever felt so down you wondered whether or not you'd bounce back?

- Were you later surprised by how quickly you did bounce back?

- And then were you surprised by how far you went?

- Did you promise you'd never forget how amazing that was?

We did.


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Hay mentes inquisitivas que quieren saber:

- ¿Alguna vez te has sentido tan bajo que te preguntabas si podrías o no volver hacia arriba?

- ¿Te sorprendiste después por lo rápido que habías vuelto hacia arriba?

- Y entonces, ¿te sorprendiste de lo lejos que habías llegado?

- ¿Te prometiste que nunca olvidarías lo maravilloso que fue?

Nosotros sí.

miércoles, 4 de junio de 2008

Frase del día

Estoy suscrita a un feed de frases célebres, y la de hoy me ha gustado porque me siento algo identificada con ella. Aunque no en general, sí me ocurre a veces. Snif. Tendré que trabajar en ello.

Some have been thought brave because they were afraid to run away.
- Thomas Fuller


Traducción libre: Algunas personas han sido consideradas valientes porque tuvieron miedo de huir.

martes, 3 de junio de 2008

Se acerca el 40 de mayo

Ya sale de nuevo el sol, van subiendo las temperaturas, y ya ha empezado el mes de junio. Se ha pasado este casi medio año volando.

Ultimamente mido el paso del tiempo por la evolución de Irene. En lo que lleva de año ya no lleva pañal, casi ni lo necesita ni para dormir, cada vez habla mejor (hoy estaba "bastante bien"), ya es capaz de saltar con los dos pies a la vez, sube y baja escalones sola, vamos a dar largos paseos sin sillita, y duerme las noches del tirón. ¡Muchísimos cambios!

El espejo también me dice que el tiempo pasa. Las arrugas de la frente cada vez son más, también las de alrededor de los ojos, y parece que han llegado para quedarse unas ojeras que no consigo quitarme de encima (estar escribiendo a estas horas tampoco ayuda, la verdad).

Ya quedan tan solo 7 días para el 40 de mayo, tendré que pensar en sacar la ropa de verano de las cajas. Qué pereza. Y a la vez, qué ganas, por todas las cosas nuevas que descubriré junto a la pequeña.