Si alguien me hubiera preguntado hace unos meses, hace unos años, si me gustaba el chocolate, hubiera dicho que sí, que me gustaba, pero a ser posible con leche y de vez en cuando. De hecho, el chocolate "amargo" siempre me ha parecido poco apetecible, terroso, no sé, no era lo mío.
Bueno, como dice un anuncio "change happenz". A veces es un cambio "a infinitesimales", de manera que prácticamente uno no se da cuenta de que está cambiando. Y otras veces, el cambio es cuántico, un evento te marca y de repente ya no eres el mismo.
Pues bien, mi "cuanto" ocurrió cuando hice las galletas de chocolate que vi en la página de Deb, Smitten Kitchen.
La foto no hace justicia al sabor que tienen estas condenadas. Tenéis la receta aquí. El único cambio que hice fue utilizar chocolate 72% de cacao, cortado en trozos pequeños. Unos días después, para el cumpleaños de una amiga, hice otra versión con chocolate de cobertura con 50% de cacao y las galletas quedaron más melosas pero menos sabrosas. Así que recomiendo el cacao lo más puro posible (eso sí, con azúcar, total, con la de calorías que debe tener cada una de estas pequeñas maravillas la diferencia no será mucha). Son fáciles de hacer, como hay que dejar la masa refrirerándose un rato se pueden hacer una noche (en media hora están listas, contando con el tiempo de cortar el chocolate y batir la mantequilla) y cocinarlas al día siguiente (en media hora más el tiempo de precalentar el horno, de dos a tres docenas de exquisitas bombas chocolateadas - y eso que las llaman "galletas de la paz").
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Siempre me interesa saber qué piensas, déjame un comentario.
I'm always interested on knowing what you think, leave a comment.