Este año, las navidades han sido raras.
Sin mi niña.
Habiendo tenido una señora bronca con mi maridín.
Con su tía muriéndose. De cáncer. Con dolores indescriptibles.
Los días 24 y 25 de diciembre de este año han sido tremendos desde el punto de vista emocional.
El día 28 le incrementaron por fin la medicación contra el dolor, y la pobre ha empezado a estar más tranquila, algo amodorrada peo al fin sin sufrir. Le quedan días de vida.
Jamás he vivido algo parecido. Es horrible. La impotencia. El sufrimiento.
Dios mío.
Y el día 28 tuve que decirle adiós, porque me volvía con la nena a Madrid. Tanto ella como yo sabíamos que era el definitivo. Y que no hay palabras.
Más que adiós.
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