Hoy tengo ganas de escribir, pero como no tengo muy claro sobre qué, voy a improvisar.
Llevo ya una larga temporada gris, en la que únicamente entra la luz de los ojos y la risa de Irene. Porque ni siquiera mirando a mi 51% se me alegra el corazón. Se me llena de amor, pero no de alegría.
Hoy, mientras veía por enésima vez 4 bodas y un funeral (en Telemadrid, a medio día), Irene dormía y él se preparaba para irse de viaje. En una escena en particular empecé a reirme, y él se acercó con los ojos llenos de luz y me dijo "cómo me gusta oirte reir". Hacía mucho, ¿verdad amor? Demasiado.
Las últimas veces que hemos estado hablando (demasiado pocas últimamente, ¿qué nos ha pasado?) hemos estado abrazados, muy juntos, acurrucados, hablando de las cosas tristes que nos rodean. Se me escurren las lágrimas como si tuvieran prisa por salir, lo más probable es que se sientan apretadas ahí dentro cuando él me estruja, y me sorprende que no salgan a chorro, como las de los payasos.
Tengo ganas de llorar pero no quiero, curiosa sensación. Me temo que me pasaría llorando un buen rato. ¿Cómo será cuando llegue el momento en el que nos deje?
Me he encontrado una poesía de Juan Ramón Jiménez.
...Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquél de mi huerto florido y encalado
mi espíritu errará nostálgico...
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.
Creo que su amor se merece que yo también me quede cantando.
Espero encontrar la voz, y que sea pronto.
Hola cariño:
ResponderEliminarÁnimo, qué más puedo decir.
Estamos aquí.
Un beso.