El sábado día 20 fue la fiesta de cumpleaños de mi amiga Ranita. Se trataba de una fiesta sorpresa, en la que todos debíamos ir disfrazados de ángeles o demonios.
Como no pudimos ir porque teníamos planes de irnos fuera, pensé en que igual podría hacer alguna cosilla para estar ahí aunque no estuviera.
Y claro, teniendo en cuenta que últimamente mis proyectos se centran en la cocina, mi mente empezó a discurrir:
- unas galletitas estarían bien (el año pasado le llevé unas galletas de chocolate que hicieron las delicias de la anfitriona, de hecho, decidió no compartirlas y ahora usa la receta un montón porque son las favoritas de su hija)
- ¡tengo un molde de galletas para hacer ángeles!
- ¿cómo concho hago los demonios?
- podría hacer ángeles rojos... pero va a ser complicado teñir la glasa de rojo intenso si parto de una glasa blanca
- podría intentar buscar cobertura de chocolate roja...
- pero los demoniejos no son realmente ángeles rojos
- ¡¡¡son ángeles negros!!!
- y el negro me lo monto con un buen chocolate fondant...
Así que me puse manos a la obra. Y sin quererlo me encontré con una receta de Smittenkitchen que se llama galletas "blanco y negro". Qué bien sabe la suerte cuando encuentras justo lo que necesitas...
Solamente hice un par de ajustes a la receta: añadirle azúcar vainillado, ralladura de limón y una pizca de canela en vez de la mezcla de esencia de vainilla y limón, y utilicé chocolate de cobertura en vez del chocolate amargo que indicaba la receta.
La masa de las galletas es la típica de galletas de azúcar, pero con la vainilla, limón y canela tuvo un "puntito" diferente de las anteriores que había hecho.
Aplicar la cobertura de chocolate fue un poco complicado, tuve que echar más agua de la que recomienda Deb y, para que quedase lisa, lo que hice fue "mojar" las galletas en la cobertura, en vez de extenderla con la espátula como la glasa de azúcar de las blancas.
- Angelitos negros
- Angelitos blancos
El resultado... de rechupete. Tanto la "ojomeneada" como los asistentes a la fiesta me hicieron amables comentarios al respecto. A mi, como siempre, me vale aunque solo sean los de la enana y el maridín, que se rechupetearon los dedos. De hecho, con la cobertura de chocolate que sobró hice unas cuantas "galletas príncipe" que volaron al día siguiente para desayunar :)
Cómo decía aquella canción de Machín, "Aunque la Virgen sea blanca píntame angelitos negros, que también se van al cielo todos los negritos buenos".
Seguro que también les vale (a los angelotes pequeñajos) tener la tripilla negra de chocolate por dentro :-)
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