Seguimos siendo fieles al dicho "a mal tiempo, buen estómago", dicho que acuñó si mal no recuerdo mi amiguete Javier. Y cuando hace malo ahí fuera (y hoy de verdad que ha hecho malo, lluvia que a ratos se convertía en nieve, una temperatura ambiente de aprox. 2ºC, menos mal que no hacía mucho viento) me entran ganas de meterme en la cocina porque al menos, ahí dentro, se está calentito.
Las cosas nunca vienen solas, y en este caso también ha influido el hecho de que Elena, la profe de la peque, deja el cole este jueves (se le acaba la sustitución, el viernes ya vuelve Visi). Prácticamente un año después. Y estoy un poco molesta, porque la verdad, para lo que queda del trimestre, casi era mejor que se hubiera quedado Elena hasta las vacaciones y que Visi se hubiera incorporado en Enero. Por los enanos.
Pero bueno, las cosas son como son y los niños son todavía pequeñines, estarán unos cuantos días despistados hasta que se vuelvan a centrar, entonces llegarán las Navidades y cuando vuelvan volverán a estar despistados hasta que se vuelvan a centrar :-)
Pero a Elena la echarán de menos. Y por eso mismo quise también hacerle un "cariñin", como dice mi madre, para que sepa que durante este año la hemos cogido cariño también los padres, fundamentalmente porque los críos salen contentos, porque le dan un beso al salir de clase, porque se preocupa por ellos. Así que, para ella, ¡unas galletas de estrella!
La receta que seguí fue la del reto de hace dos meses, facilísimas y una vez más, riquísimas. Esta vez conseguí que la peque me ayudara también en la preparación de la masa. Y durante el tiempo que esta masa tenía que enfriar, hicimos unas galletas "sanas" para que Irene desayune.
Os voy a contar un secreto (bueno, no lo es, lo pone en las bolsas): sabéis cuantas calorías tiene una, sí, una galleta Yayitas con miel? 31 calorías. Irene se desayuna 6 o 7, así que solo hay que hacer unas pocas matemáticas para llegar a la conclusión de que sí, están buenísimas, pero son una bomba calórica que aporta sobre todo grasa. Y eso no me gusta para Irene.
Con ese recto propósito puse a Google a trabajar, y me llevó a una serie de recetas de galletas de avena sin prácticamente mantequilla que me dieron la idea. Haciendo una pequeña fusión entre la receta que vi aquí y otra que vi allí hice lo que Irene a bautizado como "cagarrutas" (con perdón). Y el caso es que están de muerte, a pesar de que su aspecto sea poco atractivo. Bueno, tampoco están tan mal, ¿no?
La receta es la siguiente:
-1 taza de harina de trigo
-1 cucharadita de royal
-una pizca de cremor tártaro
-una pizca de sal
-1/2 cucharadita de canela
-1/2 cucharadita de esencia de vainilla
-2 cucharadas (aprox 50 gr) de mantequilla a temperatura ambiente
-una cucharada bien colmada de puré de membrillo (ligeramente edulcorado, pero no dulce)
-1 huevo
-media taza de azúcar moreno
-media taza de azúcar blanca
-2 tazas de copos de avena (suelo tener Quaker por casa)
-2 cucharadas rasas de cacao desgrasado (yo uso el Valor)
Batir la mantequilla con los azúcares. Añadir el huevo, el puré, la vainilla y batir todo bien. Mezclar en otro bol la harina con la sal, royal, cremor, canela, avena y cacao. Añadir a lo anterior y mezclar hasta que todo esté bien incorporado.
Calentar el horno a 180º. Con dos cucharitas, ir poniendo bolas de la mezcla sobre una bandeja cubierta de papel sulfurizado o un silpat, y hornear durante aprox. 10 minutos (siguen estando algo blanditas por encima). Dejar enfriar unos 5 minutos y pasar a una rejilla hasta que estén completamente frías. Guardar en una caja para galletas / bolsa de plástico bien cerrada / tupper bien cerrado / llevar al colegio o a la oficina y que desaparezcan :-)
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