Otro año que podemos disfrutar en Madrid el día de San Isidro. Sin lluvia.
Hace ayer dos años Irene era una cosa ínfima y pelona, que todavía no se tenía sentada, con una madre llena de ojeras de tantas noches en vela. Ahora, miradla, ¡hecha una señorita! Gustos algo exagerados en materia de coletas, admito mi parte de culpa, pero... es que las gomas eran nuevas. No pongo fotos de su madre y, no, tampoco de su padre, porque sería humillante.
El año pasado, para La Paloma, le compré en el "todo a 100" un vestido de chulapa, supuestamente para edades entre 1 y 2 años. Todo un fiasco, cabían dos niñas como Irene (y eso que la cría no es pequeña). (NOTA: nunca más hacer algo así. El 90% de las niñas que vimos ayer llevaban el MISMO vestido. Qué falta de personalidad. Para La Paloma le cambiaré, al menos, los lazos.)
Ponerle el vestido costó dos intentonas . A la primera montó un bonito follón, a pesar de que el día anterior cuando veía a las niñas vestidas por la calle decía "¡qué buapas!". Cuando se pasaron los lloros, pataleos y acaloramientos, le pregunté que si quería ponerse el vestido y accedió de buena gana. Al resultado yo lo denominaría "fusión".
Ultimamente se le ha dado por poner "cara de foto" que más bien parece "cara de conejillo" y tiene una pinta de bicho...
Creo que mi hija tiene más de "fashion victim" que de "chulapona", enseguida pidió que le quitásemos el vestido, que le pusiéramos ropa normal para ir a la calle, y volvimos a tener un altercado cuando le dije que no podía salir de casa con seis coletas.
Al final la mesa de negociación consiguió que las partes llegaran a un acuerdo satisfactorio: solo "doz".
jueves, 15 de mayo de 2008
miércoles, 14 de mayo de 2008
Cocinillas - galletas de avena
"Mmmmmmmmmmmmmmmmm, gaaaaaaaa - lleeeeeeeee - taaaaaaaaaaaas", como diría el Monstruo Triki (Cookie Monster para las que vimos Barrio Sésamo en inglés). La receta es buena, pero la ejecución es mejorable. ¿Cómo? Consiguiendo azúcar moreno decente. No, no vale el de Azucarera Española, es demasiado seco... ¿tendrán del que quiero en Taste of America? ¿o pongo azúcar de palma? Habrá que probar. Y añadiendo un poco de esencia de vainilla, que lo pide la receta pero no tenía en casa.
Si hay que juzgar por la cara de satisfacción de Irene mientras se tomaba una que estaba reciente del horno ayer por la tarde, están de muerte. Ella insiste en que son de chocolate. Yo le digo que no, que son de avena. Quizá la confusión venga de otras galletas que hice el fin de semana, que sí eran de chocolate y que decoré con unos cuantos copos de avena, para contraste de colores. En un par de días la tendré aleccionada.
Receta adaptada de Simply recipes
Ingredientes
1/2 taza de azúcar moreno
1/2 taza de azúcar blanquilla
75 - 100 gr de mantequilla a temperatura ambiente
1 huevo
1 pizca de sal
1 cucharadita de royal
3/4 de taza de harina
1/2 cucharada de canela
1/2 cucharadita de esencia de vainilla
1/4 de taza de nueces picadas
1 1/2 taza de copos de avena (no instantáneos)
1/2 taza de pasas
Batir la mantequilla con el azúcar hasta que tenga consistencia de pomada (de ahí la importancia de la humedad del azúcar moreno, como decía arriba). Añadir un huevo batido y trabajar hasta que esté espumoso. Tamizar en un bol la harina, la sal y la levadura. Mezclar con la pasta de huevo, mantequilla y azúcar y remover. Añadir las nueces, luego las pasas (si se ponen) y al final la avena, mezclando bien.
Precalentar el horno a 180ºC. Sobre una bandeja antiadherente (vale una bandeja de pirex, o una plancha de silicona) y utilizando dos cucharas poner porciones de masa del tamaño de una nuez grande, separadas unos 10 cm. Hornear 10 minutos. Salen unas quince, por lo que hay que hacerlas en tandas si solo tienes una bandeja de horno).
Enfriar completamente antes de levantarlas con una espumadera. Aguantan casi una semana metidas en una lata.
Haciendo pan
Ayer fue un día gris, como llevan siendo prácticamente todos los días de este mayo de 2008. Mientras estaba en la puerta de la guarde, esperando a que saliera Irene, empezó a llover. Previsora de mi, no había llevado el paraguas, así que entre risas y trozos de sandwich corrimos hasta casa.
Y ahora ¿qué? A pintar en la pizarra un rato, a pintar en el cuaderno otro, y la verdad es que todavía son las seis y se me ha aburrido la niña. Así que se me ocurrió la gran idea: ¡vamos a hacer algo juntas en la cocina!
Sí, lo sé, solo tiene dos años, pero desde que era un bebé hemos pasado ratos juntas en la cocina (le encantaba mirar y patalear cuando, todavía una mocosa, la ponía en la mochila y me ponía a cortar la verdura, fregar los platos, a cocinar...). Allí rió probando las patatas crudas, lloró oliendo el ajo de mis manos, moqueo mientras yo moqueaba cortando cebolla. Así que, a mi entender, estaba lista para esto.
Nos pusimos ropa de faena, sacamos harina, levadura y agua templada y nos pusimos a hacer pan. Receta simple donde las haya, y divertida para una enana que, según pude comprobar ayer, todavía no ha sido iniciada en los placeres de la plastilina. Pero hela aquí, lista para empezar a trabajar en la tahona (no, tranquilos, no pienso explotar esta faceta suya para mi beneficio... por el momento).
¿Qué es lo que salió del horno? (unas dos horas después). Una barra de pan de cinco cereales que estaba para chuparse los dedos. Sé que es difícil juzgar el sabor de algo por una fotografía, por esta vez tendréis que fiaros de mi.
Como todavía nos sobraba tiempo, mientras la masa fermentaba, probamos a hacer unas galletas de avena. La receta la saqué de internet, así que podría haber pasado cualquier cosa. Además, me faltaba uno de los ingredientes, pero ¡imaginación al poder! Irene me ayudó a echar los azúcares en el bol, pero ya estaba cansada y quería que le pusiera su película de Ratatouille. Por no ponerla delante de la tele mientras yo seguía en la cocina, traje el ordenador y le puse unos vídeos de Winnie The Pooh (viva Youtube). Después de media hora estaba lista para seguir ayudándome... a comerse las galletas. Todavía quedan unas cuantas. Las tengo aquí al lado. ¿Podré resistir la tentación?
Y ahora ¿qué? A pintar en la pizarra un rato, a pintar en el cuaderno otro, y la verdad es que todavía son las seis y se me ha aburrido la niña. Así que se me ocurrió la gran idea: ¡vamos a hacer algo juntas en la cocina!
Sí, lo sé, solo tiene dos años, pero desde que era un bebé hemos pasado ratos juntas en la cocina (le encantaba mirar y patalear cuando, todavía una mocosa, la ponía en la mochila y me ponía a cortar la verdura, fregar los platos, a cocinar...). Allí rió probando las patatas crudas, lloró oliendo el ajo de mis manos, moqueo mientras yo moqueaba cortando cebolla. Así que, a mi entender, estaba lista para esto.
Nos pusimos ropa de faena, sacamos harina, levadura y agua templada y nos pusimos a hacer pan. Receta simple donde las haya, y divertida para una enana que, según pude comprobar ayer, todavía no ha sido iniciada en los placeres de la plastilina. Pero hela aquí, lista para empezar a trabajar en la tahona (no, tranquilos, no pienso explotar esta faceta suya para mi beneficio... por el momento).
¿Qué es lo que salió del horno? (unas dos horas después). Una barra de pan de cinco cereales que estaba para chuparse los dedos. Sé que es difícil juzgar el sabor de algo por una fotografía, por esta vez tendréis que fiaros de mi.
Como todavía nos sobraba tiempo, mientras la masa fermentaba, probamos a hacer unas galletas de avena. La receta la saqué de internet, así que podría haber pasado cualquier cosa. Además, me faltaba uno de los ingredientes, pero ¡imaginación al poder! Irene me ayudó a echar los azúcares en el bol, pero ya estaba cansada y quería que le pusiera su película de Ratatouille. Por no ponerla delante de la tele mientras yo seguía en la cocina, traje el ordenador y le puse unos vídeos de Winnie The Pooh (viva Youtube). Después de media hora estaba lista para seguir ayudándome... a comerse las galletas. Todavía quedan unas cuantas. Las tengo aquí al lado. ¿Podré resistir la tentación?
Cocinillas - (perdón, cocina con mayúsculas) - Pollo en salsa
Receta de mi chef de cabecera, Don A. García, respuesta a mi pregunta de esta mañana en el encuentro de El Mundo. Lástima que no he podido leerlo a tiempo y ya he hecho el pollo para esta noche (ahora pongo la receta, de momento la salsa está para chuparse los dedos)
9. Hoy que está lloviendo y apetece una comida calentita... una receta para un guiso de pollo? Gracias, maestro.
Por dos euros más el kilo, provésase de esos ejemplares amarillos que ofrecen algo más de sabor. Cortado en gruesos trozos y salpimentado, dórelo en generoso aceite,un buen corro digamos,y resérvelo. En el mismo aceite dore cuatro dientes de ajo peladitos y acto seguido, un par de cebolletas en juliana más un dúo de pimientos, verdes y rojos. Cuando las verduras alcancen ese punto blandito al que siempre aludo, añada medio kilo de tomates muy maduros y previamente pasados un instante por agua hirviendo para después de refrescarlos bajo el grifo, desnudarlos de pieles con facilidad y cortarlos en cuartos. Introduzca de nuevo el ave (ni que decir tiene que esta receta mejoraría sustancialmente, supliendo el pollo por pintada) y bañe pollo y sofrito con un buen vaso de vino blanco. Agregue al conjunto y después de que reduzca algunos minutos una prudente cantidad de caldo o agua. Aromatícelo con un manojito de hierbas:perejil, apio, tomillo.., sazónelo a conciencia, sal y azúcar morena, añada un par de cucharadas de alcaparras, un pellizco de orégano y un puñadito de aceitunas negras deshuesadas y déjelo cocer hasta ablandarse. Disfrute de inmediato esta agridulce delicia o degústela en frío como si de un escabeche se tratara, un par de días después. Ya que no podrá invitar a Scarlett, que andará liadísima ultimando el ajuar, siente a su mesa un champagne rosado.
9. Hoy que está lloviendo y apetece una comida calentita... una receta para un guiso de pollo? Gracias, maestro.
Por dos euros más el kilo, provésase de esos ejemplares amarillos que ofrecen algo más de sabor. Cortado en gruesos trozos y salpimentado, dórelo en generoso aceite,un buen corro digamos,y resérvelo. En el mismo aceite dore cuatro dientes de ajo peladitos y acto seguido, un par de cebolletas en juliana más un dúo de pimientos, verdes y rojos. Cuando las verduras alcancen ese punto blandito al que siempre aludo, añada medio kilo de tomates muy maduros y previamente pasados un instante por agua hirviendo para después de refrescarlos bajo el grifo, desnudarlos de pieles con facilidad y cortarlos en cuartos. Introduzca de nuevo el ave (ni que decir tiene que esta receta mejoraría sustancialmente, supliendo el pollo por pintada) y bañe pollo y sofrito con un buen vaso de vino blanco. Agregue al conjunto y después de que reduzca algunos minutos una prudente cantidad de caldo o agua. Aromatícelo con un manojito de hierbas:perejil, apio, tomillo.., sazónelo a conciencia, sal y azúcar morena, añada un par de cucharadas de alcaparras, un pellizco de orégano y un puñadito de aceitunas negras deshuesadas y déjelo cocer hasta ablandarse. Disfrute de inmediato esta agridulce delicia o degústela en frío como si de un escabeche se tratara, un par de días después. Ya que no podrá invitar a Scarlett, que andará liadísima ultimando el ajuar, siente a su mesa un champagne rosado.
martes, 13 de mayo de 2008
Érase una vez
Hoy es un día especial.
Una de mis amigas del foro de la Tambre, una auténtica luchadora, ha conseguido al fin su beta positiva. Lleva 9 años intentándolo, sí, 9, y no lo tenían fácil (ella es diabética, tiene problemas de hiperestimulación ovárica, su maridín tiene "los chicos" vagos y deformes). Pero "el que la sigue la consigue".
Ella nos daba ánimos cuando nos veníamos abajo después de un nuevo negativo. Siempre sonriente, siempre llena de energía, nos ayudaba a ver el lado positivo en medio de la negrura de la pérdida, a mantener la esperanza.
Espero que ahora le toque a ella, que pueda sentir al fin la alegría de saberse madre, de llevar una vida dentro durante unos meses (¡y fuera durante el resto de su vida!), de ver esa luz cuando cierras los ojos y enfocas tu cariño en esa cosa pequeña, revoltosa, e inquieta que está dentro de tu tripa. L, que tengas mucha suerte.
La "foto" es de Irene, en la ecografía de la semana 17. Una mancha gris y blanca para los que nunca habéis visto una cosa de estas, una espina dorsal preciosa para mi :-) Hace casi tres años de ese momento. 17 semanas y un par de años antes empezó nuestro cuento particular.
Érase una vez una pareja que se quería, y que quería tener hijos. No, no por mantener el apellido, perpetuar la especie, o por querer tener alguien que les cuidara en su vejez. Sí, querían algo realmente suyo. Querían compartir con ese algo, en realidad con ese alguien, su amor, su ilusión, sus risas, sus miedos, su vida.
Como toda pareja que se quiere, decidieron hacerlo de la manera "divertida". Lo intentaron bastante. Bastante, bastante. Pero no funcionó. Le fueron quitando diversión, poco a poco, para mejorar las probabilidades. No funcionó. Probaron posturas un poco raras (no penséis demasiado mal). Tampoco. Utilizaron métodos varios que decían indicar con poco margen de error "el mejor momento para". Rien de rien, nothing, nada.
En un alarde de análisis de la situación, después de no se sabe cuántas lunas temiendo ese día del mes, cansados ya de lágrimas en el cuarto de baño, lágrimas en la cena, lágrimas en la cama, se dieron cuenta de que si el método no funcionaba era porque quizá no era el adecuado. Quizá hubiera algún problema. No estaba de más consultar con los médicos.
Así que decidieron ir a ver a los expertos en estos temas (cuyos nombres, consultas y métodos dan escalofríos a más de uno y a más de una). Y con esa decisión, y una clavícula rota, empezaron a recorrer un largo camino. Pero esas serán historias para contar en otro momento, que hoy es ya muy tarde.
Una de mis amigas del foro de la Tambre, una auténtica luchadora, ha conseguido al fin su beta positiva. Lleva 9 años intentándolo, sí, 9, y no lo tenían fácil (ella es diabética, tiene problemas de hiperestimulación ovárica, su maridín tiene "los chicos" vagos y deformes). Pero "el que la sigue la consigue".
Ella nos daba ánimos cuando nos veníamos abajo después de un nuevo negativo. Siempre sonriente, siempre llena de energía, nos ayudaba a ver el lado positivo en medio de la negrura de la pérdida, a mantener la esperanza.
Espero que ahora le toque a ella, que pueda sentir al fin la alegría de saberse madre, de llevar una vida dentro durante unos meses (¡y fuera durante el resto de su vida!), de ver esa luz cuando cierras los ojos y enfocas tu cariño en esa cosa pequeña, revoltosa, e inquieta que está dentro de tu tripa. L, que tengas mucha suerte.
La "foto" es de Irene, en la ecografía de la semana 17. Una mancha gris y blanca para los que nunca habéis visto una cosa de estas, una espina dorsal preciosa para mi :-) Hace casi tres años de ese momento. 17 semanas y un par de años antes empezó nuestro cuento particular.
Érase una vez una pareja que se quería, y que quería tener hijos. No, no por mantener el apellido, perpetuar la especie, o por querer tener alguien que les cuidara en su vejez. Sí, querían algo realmente suyo. Querían compartir con ese algo, en realidad con ese alguien, su amor, su ilusión, sus risas, sus miedos, su vida.
Como toda pareja que se quiere, decidieron hacerlo de la manera "divertida". Lo intentaron bastante. Bastante, bastante. Pero no funcionó. Le fueron quitando diversión, poco a poco, para mejorar las probabilidades. No funcionó. Probaron posturas un poco raras (no penséis demasiado mal). Tampoco. Utilizaron métodos varios que decían indicar con poco margen de error "el mejor momento para". Rien de rien, nothing, nada.
En un alarde de análisis de la situación, después de no se sabe cuántas lunas temiendo ese día del mes, cansados ya de lágrimas en el cuarto de baño, lágrimas en la cena, lágrimas en la cama, se dieron cuenta de que si el método no funcionaba era porque quizá no era el adecuado. Quizá hubiera algún problema. No estaba de más consultar con los médicos.
Así que decidieron ir a ver a los expertos en estos temas (cuyos nombres, consultas y métodos dan escalofríos a más de uno y a más de una). Y con esa decisión, y una clavícula rota, empezaron a recorrer un largo camino. Pero esas serán historias para contar en otro momento, que hoy es ya muy tarde.
lunes, 12 de mayo de 2008
Especialmente dedicado...
A los que se saben las letras de las canciones al pie de la letra. Hay un quizz para música de los 80 y otro para la música de los 90, así que... para todas las edades :-)
¡SUERTE!
¡SUERTE!
PD1- Como yo soy de las que no se las saben, incluso haciendo un poco de trampa con el google, saqué solamente un 4,85... vamos, que suspenso. Qué lástima, podioz...
PD2 - los que lo hagáis, dejadme un comentario con vuestra puntuación, solo para hacerme sentir peor todavía :-)
viernes, 9 de mayo de 2008
Mensaje del universo - 08/05/08
Do you have any idea how many princesses have gone unrecognized by their prince, because of logic? Or, how many princes have gone unrecognized by their princess, because of pride? How many dreams were dashed when the handmaiden answered the door? Or when the gatehouse was mistaken for the mansion? Or when the calm before the storm of abundance and good fortune was viewed as a sign to retreat?
Happily, we've got forever and ever. And fortunately, it's never too late to see what one's missed, remain focused on the dream instead of the "hows," and move with unwavering faith.
Happily, we've got forever and ever. And fortunately, it's never too late to see what one's missed, remain focused on the dream instead of the "hows," and move with unwavering faith.
Oh no, don't feel sorry for the handmaiden! She stuck around, her prince showed up, they inherited the mansion and were showered in good fortune forever and ever.
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¿Tienes idea de cuántas princesas no han sido reconocidas por sus príncipes por causa de la logica? ¿Y cuántos príncipes han pasado sin ser reconocidos por sus princesas, por orgullo? ¿Cuántos sueños se esfumaron en cuanto la sirvienta abrió la puerta? ¿O cuando se confundió la caseta de los guardas con la mansión? ¿O cuando la calma antes de la tormenta de la abundancia y la buena fortuna se consideró como un signo para batirse en retirada?
Por suerte, tenemos todo el tiempo por delante. Y por fortuna, nunca es demasiado tarde para darse cuenta de lo que uno se ha perdido y para seguir concentrándose en el sueño en vez de en el "cómo", y así seguir adelante con fé inquebrantable.
Ah, y no hay que preocuparse por la sirvienta. Se quedó donde estaba, encontró a su príncipe, heredaron la mansión y la buena fortuna les acompañó por los siglos de los siglos.
Primer borrador
Silencio. Una brisa fresca. Delante, claridad gris perla. Atrás, oscuridad. Mi mano roza la pared, áspera e irregular. Camino hacia delante, a veces a cámara lenta, a veces parezco volar. No siento miedo.
Llego al final. Todo parece en blanco y negro, quizá virado a sepia. Hay un arco, a continuación un pasillo que gira a la izquierda. Una consola, una silla. Veo mi mano en la pared, los dedos se dan sombra unos a otros. Lo único que se oye en esa luz silenciosa es el latido de un corazón. ¿El mío?
Camino con los pies descalzos sobre el suelo frío.
Más adelante, una luz me deslumbra. El latido se acelera, sigo sin tener miedo y me sorprendo preguntándome por qué. Entro en la luz, me rodea, es cálida y suave. Se vuelve sólida, algo (¿alguien?) se acerca.
Es él, sus ojos en los míos, su sonrisa en los labios, en los brazos nuestra hija, que me mira como nadie jamás me ha mirado antes. Y detrás vienen el resto, todos sonriendo, todos llenos de luz, todos alargando sus manos hacia mi. Siento las mejillas húmedas, el corazón corriendo, la felicidad desbordándome, abro los brazos para intentar abrazarlo todo, a todos, cierro los ojos para librarlos de las lágrimas de la alegría
Cuando los vuelvo a abrir todo está oscuro. Oigo su respiración, acompasada, tranquila, y siento su calor a mi lado. Tengo la cara y el cuello mojados, una sonrisa tonta en la cara. Me doy la vuelta, le abrazo, beso su espalda y vuelvo a cerrar los ojos, mientras la sonrisa y la oscuridad me sumergen de nuevo... en otro sueño.
Llego al final. Todo parece en blanco y negro, quizá virado a sepia. Hay un arco, a continuación un pasillo que gira a la izquierda. Una consola, una silla. Veo mi mano en la pared, los dedos se dan sombra unos a otros. Lo único que se oye en esa luz silenciosa es el latido de un corazón. ¿El mío?
Camino con los pies descalzos sobre el suelo frío.
Más adelante, una luz me deslumbra. El latido se acelera, sigo sin tener miedo y me sorprendo preguntándome por qué. Entro en la luz, me rodea, es cálida y suave. Se vuelve sólida, algo (¿alguien?) se acerca.
Es él, sus ojos en los míos, su sonrisa en los labios, en los brazos nuestra hija, que me mira como nadie jamás me ha mirado antes. Y detrás vienen el resto, todos sonriendo, todos llenos de luz, todos alargando sus manos hacia mi. Siento las mejillas húmedas, el corazón corriendo, la felicidad desbordándome, abro los brazos para intentar abrazarlo todo, a todos, cierro los ojos para librarlos de las lágrimas de la alegría
Cuando los vuelvo a abrir todo está oscuro. Oigo su respiración, acompasada, tranquila, y siento su calor a mi lado. Tengo la cara y el cuello mojados, una sonrisa tonta en la cara. Me doy la vuelta, le abrazo, beso su espalda y vuelvo a cerrar los ojos, mientras la sonrisa y la oscuridad me sumergen de nuevo... en otro sueño.
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